lunes, 18 de marzo de 2019

LA PERSONA HUMANA Y SU DIGNIDAD



LA PERSONA HUMANA Y SU DIGNIDAD¹ 



¿que veremos en esta exposición?


  • conocer las cualidades humanas y sus capacidades
  • las consecuencias de poseer las mismas
  • en base a esto, a qué nos referimos cuando hablamos de dignidad humana 


La clase anterior.....

vimos que hay distintas formas de ser.
algunas formas están vivas, tienen alma: tienen un principio de auto desarrollo que busca un fin, un objetivo..

Actividad: 

indicar que objetivo posee:
el alma vegetal:
el alma animal:
el alma racional:



Persona y naturaleza racional 

A diferencia de los animales, el hombre posee por esencia una naturaleza racional. El conocimiento humano trasciende las limitaciones de la sensibilidad y capta, en el seno de cada realidad, su constitución esencial, lo que cada cosa es.

  Sabemos por experiencia que alcanzamos, a partir de los datos individuales sensibles, ideas o conceptos universales, susceptibles de ser aplicados a muchos individuos. Cuando, por ejemplo, decimos: “hombre”, “silla” , “árbol” , etc., tales conceptos son aplicables a muchos objetos individuales que no han sido percibidos por nuestros sentidos.

  La universalidad propia de nuestro conocimiento intelectual explica la espiritualidad de nuestra alma, pues la actividad racional parte de lo corporal para generar algo distinto, independiente a la composición material: el concepto o la idea. Tal independencia asegura al alma humana' su incorruptibilidad, pese a formar un cuerpo susceptible de destrucción, dado que la destrucción implica la descomposición, la descomposición implica poseer partes, por o que aquello que no tiene partes, no puede disgregarse, ni morir. lo espiritual no muere ya que no posee partes que se separen. 

  La capacidad intelectual del hombre constituye su esencia. Así se expresa comúnmente al definir al ser humano como “animal racional” . El hombre puede conocer mediante su inteligencia  lo real. Su conocimiento tiene por objeto la esencia de las cosas y, pese a todas las limitaciones y los riesgos propios de la condición humana, alcanza la verdad.

  La sed natural por la verdad es la raíz del progreso humano. La aspiración a conocerlo todo y a alcanzar un conocimiento verdadero de las cosas tiene una doble dimensión, teórica y práctica.
 Por la primera, el hombre contempla, considera todo lo real para captarlo tal cual es; esta actividad teórica es la base de los conocimientos científicos. 
Por la segunda, el hombre conoce las cosas, con miras a dirigir su acción.



Persona y libertad 


Al aplicar su capacidad de conocimiento al plano de la acción, surge otra propiedad esencial del ser humano: su condición de ser libre. 
¿En qué consiste esta libertad? Alguien es libre cuando es dueño de sus actos, cuando es causa de sus actos. 
El dominio de los propios actos o libertad, es una cualidad de los actos humanos. A diferencia del comportamiento animal, que obedece al instinto, la conducta de la persona es la consecuencia de sus propias decisiones. 
Es el propio individuo quien delibera, decide y actúa en consecuencia; sus actos le pertenecen, por cuanto él mismo los orienta hacia los fines de su vida. 
A través de sus actos voluntarios el hombre tiende a realizar el bien, que es el objeto propio de su voluntad. Para que un acto sea voluntario, debe el sujeto actuar con conocimiento del fin y con libertad.

La libertad humana tiene por raíz a la inteligencia. Al poder conocer mediante la razón una infinidad de cosas, la voluntad puede tender a un sinnúmero de objetos, para el logro de su bien o plenitud. 

Pero como ninguna cosa particular puede significar toda la felicidad del ser humano, éste permanece libre frente a todos los bienes particulares que conoce; por lo tanto, puede elegir, entre ellos, los más convenientes para alcanzar su perfección o plenitud personal según su naturaleza. 
El alma tiene sed de infinito, no esta en nuestros horizontes, de modo natural, un limite en la perfección de nuestras habilidades, en la adquisición de saberes, en el tiempo y calidad de nuestro amor. Un abismo llama a otro abisma. Por ello, sólo el Infinito, solo Dios contemplado “cara a cara” en la visión beatífica puede colmar el anhelo de perfección de la persona.

Respecto de todos los bienes creados, el hombre es libre. Las cosas existentes son para el sujeto otros tantos medios para su propia realización. Al elegir entre ellas, el hombre “se elige a sí mismo” , diciendo su destino.

La libertad, entonces, es esa capacidad de elegir lo que mejor conviene a la propia naturaleza, después de conocerla y conocer los medios para perfeccionarla. La ausencia de algunas de las condiciones (que se nos oculte la realidad, o no poder comprenderla, o no poseer la fuerza volitiva para elegir aquello que se entiende conveniente) constituye un obstaculo para la autentica libertad. 

Persona y responsabilidad 

De las propiedades señaladas (razón y libertad), surge una tercera: la responsabilidad. 

El hombre es responsable de sus actos. El concepto de responsabilidad supone que el sujeto es capaz de responder por las consecuencias de sus actos. 

Un niño es capaz de romper un vidrio, pero es incapaz de reparar el daño causado por su acción; por eso vive bajo la dependencia de sus padres. La persona madura (ayudada a desarrollar de forma conveniente su inteligencia y voluntad), adulta, puede y debe responder por los efectos de sus decisiones de cada día, por los valores que ha realizado u omitido, por el sentido que ha dado a su vida toda.

La dignidad personal 

  Podemos comprender ahora en qué consiste la dignidad de la persona. Digno es lo que tiene valor en sí mismo y por sí mismo.

  El hombre logra esta dignidad (humana) cuando, liberado totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre elección del bien y se procura medios adecuados para ello con eficacia y esfuerzo crecientes

  Esta concepción de la dignidad personal que hace del hombre algo “sagrado” tiene tres consecuencias fundamentales respecto del orden social.

  La primera es que la sociedad política se ordena a la perfección de las personas: La ciudad existe para el hombre, no el hombre para la ciudad

  La segunda consiste en que la condición de persona hace al hombre sujeto de derechos: En toda convivencia bien organizada y fecunda hay que colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es “persona” , es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y de voluntad libre y que por lo tanto de esa misma naturaleza nacen directamente al mismo tiempo derechos y deberes que, al ser universales e inviolables, son también absolutamente inalienables

Por último, toda recta concepción del bien común político requiere concebir al hombre como agente activo de la vida social: “El hombre en cuanto tal, lejos de ser tenido como objeto y elemento pasivo, debe por el contrario ser considerado como sujeto, fundamento y fin de la vida social” (Pío XII, Aloe, del 24-12-44).

No podríamos terminar esta nota sin recordar que la última raíz de la dignidad humana reside en su carácter de imago Dei,. imagen de Dios, llamado por El a participar eternamente de la plenitud de su gloria: La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios

 ¹"El Orden Natural" Carlos Sacheri, Buenos Aires,  2008.-

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