
LA PERSONA HUMANA Y SU DIGNIDAD¹
¿que veremos en esta exposición?
- conocer las cualidades humanas y sus capacidades
- las consecuencias de poseer las mismas
- en base a esto, a qué nos referimos cuando hablamos de dignidad humana
La clase anterior.....
vimos que hay distintas formas de ser.
algunas formas están vivas, tienen alma: tienen un principio de auto desarrollo que busca un fin, un objetivo..
Actividad:
indicar que objetivo posee:
el alma vegetal:
el alma animal:
el alma racional:
Persona y naturaleza racional
A diferencia de los animales, el hombre posee por esencia una naturaleza racional. El conocimiento humano trasciende las limitaciones
de la sensibilidad y capta, en el seno de cada realidad, su
constitución esencial, lo que cada cosa es.
Sabemos por experiencia
que alcanzamos, a partir de los datos individuales sensibles, ideas
o conceptos universales, susceptibles de ser aplicados a muchos
individuos. Cuando, por ejemplo, decimos: “hombre”, “silla” , “árbol”
, etc., tales conceptos son aplicables a muchos objetos individuales
que no han sido percibidos por nuestros sentidos.
La universalidad propia de nuestro conocimiento intelectual explica
la espiritualidad de nuestra alma, pues la actividad racional
parte de lo corporal para generar algo distinto, independiente a la composición material: el concepto o la idea. Tal independencia asegura
al alma humana' su incorruptibilidad, pese a formar un cuerpo
susceptible de destrucción, dado que la destrucción implica la descomposición, la descomposición implica poseer partes, por o que aquello que no tiene partes, no puede disgregarse, ni morir. lo espiritual no muere ya que no posee partes que se separen.
La capacidad intelectual del hombre constituye su esencia. Así
se expresa comúnmente al definir al ser humano como “animal racional”
. El hombre puede conocer mediante su inteligencia lo real. Su conocimiento tiene por objeto la esencia de las
cosas y, pese a todas las limitaciones y los riesgos propios de la
condición humana, alcanza la verdad.
La sed natural por la verdad
es la raíz del progreso humano. La aspiración a conocerlo todo y a
alcanzar un conocimiento verdadero de las cosas tiene una doble
dimensión, teórica y práctica.
Por la primera, el hombre contempla,
considera todo lo real para captarlo tal cual es; esta actividad teórica
es la base de los conocimientos científicos.
Por la segunda, el hombre
conoce las cosas, con miras a dirigir su acción.
Persona y libertad
Al aplicar su capacidad de conocimiento al plano de la acción,
surge otra propiedad esencial del ser humano: su condición de ser
libre.
¿En qué consiste esta libertad? Alguien es libre cuando es
dueño de sus actos, cuando es causa de sus actos.
El dominio de
los propios actos o libertad, es una cualidad de los actos humanos.
A diferencia del comportamiento animal, que obedece al instinto,
la conducta de la persona es la consecuencia de sus propias decisiones.
Es el propio individuo quien delibera, decide y actúa en
consecuencia; sus actos le pertenecen, por cuanto él mismo los
orienta hacia los fines de su vida.
A través de sus actos voluntarios
el hombre tiende a realizar el bien, que es el objeto propio de su
voluntad. Para que un acto sea voluntario, debe el sujeto actuar
con conocimiento del fin y con libertad.
La libertad humana tiene por raíz a la inteligencia. Al poder conocer
mediante la razón una infinidad de cosas, la voluntad puede
tender a un sinnúmero de objetos, para el logro de su bien o plenitud.
Pero como ninguna cosa particular puede significar toda la felicidad
del ser humano, éste permanece libre frente a todos los bienes
particulares que conoce; por lo tanto, puede elegir, entre ellos, los
más convenientes para alcanzar su perfección o plenitud personal según su naturaleza.
El alma tiene sed de infinito, no esta en nuestros horizontes, de modo natural, un limite en la perfección de nuestras habilidades, en la adquisición de saberes, en el tiempo y calidad de nuestro amor. Un abismo llama a otro abisma. Por ello, sólo el Infinito, solo Dios contemplado “cara a cara” en la visión beatífica puede
colmar el anhelo de perfección de la persona.
Respecto de todos
los bienes creados, el hombre es libre.
Las cosas existentes son para el sujeto otros tantos medios para
su propia realización. Al elegir entre ellas, el hombre “se elige a sí
mismo” , diciendo su destino.
La libertad, entonces, es esa capacidad de elegir lo que mejor conviene a la propia naturaleza, después de conocerla y conocer los medios para perfeccionarla. La ausencia de algunas de las condiciones (que se nos oculte la realidad, o no poder comprenderla, o no poseer la fuerza volitiva para elegir aquello que se entiende conveniente) constituye un obstaculo para la autentica libertad.
Persona y responsabilidad
De las propiedades señaladas (razón y libertad), surge una tercera:
la responsabilidad.
El hombre es responsable de sus actos.
El concepto de responsabilidad supone que el sujeto es capaz
de responder por las consecuencias de sus actos.
Un niño es capaz
de romper un vidrio, pero es incapaz de reparar el daño causado
por su acción; por eso vive bajo la dependencia de sus padres. La
persona madura (ayudada a desarrollar de forma conveniente su inteligencia y voluntad), adulta, puede y debe responder por los efectos
de sus decisiones de cada día, por los valores que ha realizado u
omitido, por el sentido que ha dado a su vida toda.
La dignidad personal
Podemos comprender ahora en qué consiste la dignidad de la
persona. Digno es lo que tiene valor en sí mismo y por sí mismo.
El hombre logra esta dignidad (humana) cuando, liberado totalmente
de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre
elección del bien y se procura medios adecuados para ello con eficacia
y esfuerzo crecientes
Esta concepción de la dignidad personal que hace del hombre
algo “sagrado” tiene tres consecuencias fundamentales respecto del
orden social.
La primera es que la sociedad política se ordena a la
perfección de las personas: La ciudad existe para el hombre, no
el hombre para la ciudad
La segunda
consiste en que la condición de persona hace al hombre sujeto de
derechos: En toda convivencia bien organizada y fecunda hay que
colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es
“persona” , es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y de voluntad
libre y que por lo tanto de esa misma naturaleza nacen directamente
al mismo tiempo derechos y deberes que, al ser universales
e inviolables, son también absolutamente inalienables
Por último, toda recta concepción del bien común político requiere
concebir al hombre como agente activo de la vida social:
“El hombre en cuanto tal, lejos de ser tenido como objeto y elemento
pasivo, debe por el contrario ser considerado como sujeto, fundamento
y fin de la vida social” (Pío XII, Aloe, del 24-12-44).
No podríamos terminar esta nota sin recordar que la última raíz
de la dignidad humana reside en su carácter de imago Dei,. imagen
de Dios, llamado por El a participar eternamente de la plenitud de
su gloria: La razón más alta de la dignidad humana consiste en la
vocación del hombre a la unión con Dios
¹"El Orden Natural" Carlos Sacheri, Buenos Aires, 2008.-
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